Los árboles frutales en la ciudad: ¿cómo cultivar un futuro más saludable y sostenible en nuestro entorno urbano?
A menudo, la flora propia del entorno se desapercibe, ya sea por falta de conocimiento o por el mero hecho de que estamos acostumbrados a disponer de ella sin prestarle atención. Lo que está claro es que no le otorgamos ni la suficiente importancia ni el valor que realmente tiene. La naturaleza y los árboles frutales están dotados de múltiples cualidades que favorecen de forma exponencial la existencia de los seres vivos. Sin embargo, ¿cuál es su calibre en nuestro día a día?
En este sentido, los árboles, mediante los bosques, consiguen crear flujos de aire que transportan agua a largas distancias hasta los continentes. De este modo, provocan que llueva en sitios que serían completamente desiertos si no se ocasionaran precipitaciones. La vegetación que acompaña al entorno tiene un papel fundamental, ya que proporciona múltiples beneficios. Entre ellos, los árboles actúan como potenciales termorreguladores: mediante la sombra que proporcionan con su figura, y con el vapor de agua que desprenden sus hojas, hacen posible la reducción de la temperatura en condiciones de calor. Por tanto, en días soleados los árboles consiguen rebajar la temperatura hasta ocho grados menos. Con ello, también reducen el calentamiento global al almacenar carbono y liberar oxígeno a la atmósfera, ya que actúan como purificadores del aire.
Ventajas de los árboles frutales: grandes aliados frente a la crisis climática.
En este contexto, existen diferentes ventajas de plantar árboles frutales en las ciudades, donde la contaminación se vuelve protagonista día a día:
- Proporcionan alimentos saludables y frescos a la comunidad.
- Mejoran la calidad del aire y reducen la contaminación.
- Optimizan la estética de un área y crean un ambiente más agradable.
- Fomentan la biodiversidad y ayudan a proteger a las especies de plantas y animales locales.
- Aumentan la privacidad y el valor de una propiedad.
- Son una fuente de ingresos adicionales con la venta de frutas y otros productos derivados.
- Pueden ser una forma de enseñar a las personas sobre la importancia de la agricultura urbana y cómo cultivar sus propios alimentos.
Además, no tan solo proporcionan múltiples ventajas para las metrópolis, sino que, los árboles frutales cuentan con una gran variedad de propiedades beneficiosas para los seres vivos. En este sentido, los árboles frutales proporcionan frutas ricas en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y antioxidantes. Estas frutas pueden ser una fuente valiosa de nutrientes para la dieta humana. Asimismo, mejoran la salud del suelo, optimizando la estructura y su fertilidad al producir hojas y frutos que se descomponen y se incorporan a este como materia orgánica.
Otro punto de interés es que contribuyen a la conservación de la biodiversidad proporcionando hábitats y alimentos para una amplia variedad de plantas y animales. Esto ayuda a conservar la biodiversidad en un área determinada. Incluso, por su belleza y atractivo, estos ofrecen beneficios paisajísticos y estéticos allí donde se plantan. En consecuencia, debido al conjunto de características que poseen, contribuyen a la salud mental y emocional de los usuarios reduciendo, de este modo, el estrés palpable en los ciudadanos debido a su actividad y rutina diaria.
¿Se detectan inconvenientes de su plantación en las metrópolis?
Bien es cierto que existen algunas desventajas en relación con su plantación en las ciudades que deben valorarse. Una de estas es que pueden requerir cuidados y atención regular para mantenerse saludables y productivos, por lo que ha de dedicarse responsabilidad y atención a su estado. Si estos se descuidan, pueden convertirse en un peligro para la seguridad. Por ejemplo, puede suponer un riesgo si sus ramas se vuelven demasiado grandes o débiles. Al mismo tiempo, los árboles frutales, debido a su tamaño, pueden ocupar un espacio que podría ser utilizado para otros espacios, como un parque o un jardín; además de que a causa de su altura, más allá de provocar problemas de espacio, pueden obstruir las vistas.
Otro aspecto a tener en cuenta es que debido a sus frutas, pueden causar desorden en la calle cuando estas caigan al suelo y se pudran. Dicho efecto, animales como pájaros o roedores podrían verse atraídos, afectando a la sensibilidad de algunas personas.
Aun así, pese a las desventajas señaladas, los árboles frutales cuentan con más ventajas que inconvenientes, por lo que ¿por qué no dar el paso e introducirlos en las ciudades? Esto mejoraría su calidad de vida además de su paisaje. Al mismo tiempo de que con esta decisión, la salud de los ciudadanos se vería optimizada, así como la de la fauna y la flora en conjunto que forman las ciudades.
Un paso hacia un futuro más saludable y sostenible.
Por último, tomando ejemplo de ciudades nórdicas como Copenhague, se hace uso de árboles frutales con el fin de repoblar zonas como parques. Estos árboles contienen un gran poder de adaptación a climas extremos, por lo que a nivel nacional se estudia la posibilidad de cultivarlos en territorios más áridos como Zaragoza. Este hecho es debido a que aclimatan las zonas provocando, en consecuencia, que el termostato se reduzca. En este contexto, algunas de las especies de árboles frutales que debemos tener en cuenta, ya que su poder de aclimatar las ciudades es más elevado, son los granados, los limoneros, los almendros, los manzanos y los olivos.
Otra característica a destacar, es que los árboles frutales ralentizan la evaporación del agua utilizada para regar el césped y los cultivos. Esto supone ahorrar tanto en recursos económicos como en recursos naturales. Los árboles se bastan por sí solos y con un solo objetivo, sobrevivir. Aun así, podemos aprovechar todos los recursos que estos nos ofrecen si somos capaces de darles el tiempo y el cuidado necesario. Por lo que son un gran aliado frente a la crisis climática.